En el episodio de hoy conversamos sobre uno de los temas que resulta ser un patrón habitual, profundo y de gran dificultad en nuestra sociedad.
Y puede que, cuando hablamos de “Y parecía fácil… Pedir ayuda”, pueda parecer que estemos hablando de una polarización. De tener que elegir entre colocarnos en la posición de dar ayuda o en la de pedir ayuda.
Imagina qué ocurriría…
- Si pudiésemos salir de este esquema sobreadaptativo y polarizado de pedir ayuda para sentirlo como una danza.
- Si lo llevásemos de la historia personal al eje social.
- O si lográsemos ayudar profundamente y entregarnos al otro, si hasta cierto punto no podemos asumir completamente ese rol del que necesitamos.
Sería maravilloso que pudiese ser algo como que de forma continua estamos recibiendo ayuda y pidiendo ayuda.
Pero lo cierto es que, después de muchos años de vida, de práctica y de proyectos con mucha gente, la realidad es otra.
Aunque sea una acción inherente a nuestra especie.
Y la mayor parte de las personas que hemos acompañado durante muchos años, este es un denominador común: la enorme dificultad de pedir ayuda, sea lo que sea que les esté pasando en su vida.
¿En qué momento se nos dificulta hacer algo que es consustancial al ser humano como especie?
Hay paleontólogos que han demostrado hasta qué punto (y hace cuántos miles de años) el ser humano está donde está ahora mismo, porque se daban esas relaciones de ayuda y de acompañamiento que hacían posible la pervivencia del propio clan.
La pervivencia del propio grupo, de la propia especie.
Esta cosa de “bueno, cuidémonos unos a otros”.
Pero no.
En la actualidad pedir ayuda no se percibe para nada como una danza ni en nuestra historial personal ni tampoco profesionalmente.
Muchas veces es difícil pedir ayuda porque nadie quiere darla.
En el nivel de estrés y de exigencia personal que vivimos, el lugar de que pueda haber un tiempo para eso, que esté justificado y que no se lo tengas que robar a otra cosa, está muy lejos de estar cerca.
Entonces, claro, a veces no pedimos ayuda porque sentimos que no hay nadie que vaya a tener el tiempo para poder hacernos caso.
Y esto tiene que ver con el modelo social en el que estamos.
Desde el momento en el que vivimos en lugares del mundo en el que la comunidad como espacio natural de la persona se rompió, la ayuda pasa de:
- ser algo tan frecuente y tan fluido como pestañear;
- a ser lo que molesta.
Evidentemente, desde el modelo cultural que tenemos hoy en día, pedir ayuda es, como decía una persona a la que acompañaba, el undécimo mandamiento: no molestarás.
Es importante sacarlo de la historia personal
Porque nuestros padres también tenían ese patrón y crecieron en el “sálvese quien pueda”. En sociedades de posguerra, de esconder, de no destacar, de una dictadura, de colapso.
Venimos de historias sociales muy duras. Y sociedades muy traumatizadas en este sentido
Entonces, entre ese “sálvese quien pueda” y luego el “hazlo por ti mismo” del capitalismo y el individualismo a ultranza, y de esta idea del éxito y del genio personal…
Se vuelve muy complejo.
Porque, si a mí me enseñan como positivo:
- que yo puedo hacer lo que yo quiera, siempre y cuando yo me enfoque (nótese el acento en el “yo” repetido);
- que el éxito se mide de acuerdo a la cantidad de cosas que yo puedo hacer;
- y que el genio individual y los ejemplos que me dan son de genios (y nótese el uso del masculino) todos individuos no colectivos que generaron cosas…
Mi aprendizaje es que “tengo que hacerlo solo/a” y que pedir ayuda es rendirme. O que pedir ayuda es no ser lo suficientemente inteligente o sabio/a o con recursos.
Ahí hay un peso también desde lo aparentemente positivo.
No solo desde “quédate solo, tienes que poder solo”.
No.
También desde “qué maravilla que lo hayas podido hacer solo”.
El Llanero Solitario, esa figura heroica sola que todo lo pudo sin pedirle nada a nadie.
Y esto está megaglorificado.
Una cuestión de educación relacional y emocional
Y es que muchas veces el pedido llega cuando es tarde. Algo que en relaciones de pareja ocurre todo el tiempo.
Como algo que se ha repetido muchísimas veces y que en muchas ocasiones ya hay un cauce fuerte de dolor y de impacto en la relación. Una ecología interna.
Un sistema en la relación que está ya muy degradado.
Y suele ocurrir que cuando lo empezamos a trabajar es simplemente no saber que habían otras opciones.
Por eso nosotros, tanto en Root como en los cursos o en la lista de emails, insistimos tantísimo en generar lugares en donde reeducarnos en relación con lo relacional y con lo emocional.
Hemos tenido una educación que genera un mundo relacional dañino.
Muy limitado.
Muy pobre de opciones. Ya que una de las cosas que genera el trauma es que se achican la cantidad de opciones.
Entonces, todo es blanco o negro. Es sí o no. Es por aquí o por allá.
Por lo que, si venimos de padres o madres que a poco que hayan estado un poco traumatizados, sus opciones van a ser de blanco o negro y de sí o no.
Entonces quizás no tuvimos una infancia tan terrible. Si no que la educación que nos han dado por las pocas opciones que pudieron aprender desde ese sitio es muy reducida.
Y este es el gran trabajo de la generación actual.
Aprender a desaprender y la necesidad de poner en valor una nueva educación relacional
Necesitamos desaprendernos.
Poner en valor una nueva educación de responsabilidad emocional y de manejo en nuestras relaciones.
Y “nueva” porque seguramente muchos de los aspectos que estemos viendo y aprendiendo, ya que es un campo de aprendizaje, tengamos la sensación de:
“¿Y esto por qué a mí nadie me lo dijo antes?”
O de “pero ¿y eso cómo no lo enseñan en las escuelas?”
Incluso de “si yo hubiera sabido eso…”.
Dejar las cosas mejor que como las encontraste
Esta es una de las tantas definiciones muy bonitas de Ronald Sistek sobre lo regenerativo.
De ahí que nuestro propósito, nuestra obsesión vital, tiene que ver con dejar el mundo relacional mejor que como lo encontramos cuando nosotros nacimos.
Porque, tanto nosotros dos como seguramente cada quien que nos escucha, nacimos con cantidad de dones potenciales y una luz maravillosa para traer al mundo.
Y hemos tenido que atravesar bosques duros para poder empezar a ponerlo de alguna manera, en el mejor de los casos.
Y eso no es necesario.
Recursos mencionados
- Root Círculo Raíz.
- Acompañamientos de Árbol Dúo.
- Olga y Saúl, de Ciencia Interior. Un hogar de recursos para profesionales del acompañamiento y la ayuda social, emocional y psicológica a las personas.
- Ronald Sistek. Facilitador de procesos humanos en colectivos y organizaciones, profundizando en metodologías de aprendizaje transformativo para adultos y en proyectos con enfoque regenerativo como Dragon Dreaming, Teoría U, Sociocracia 3.0, Ecología Profunda, Transición, Incubación de Proyectos Regenerativos, Estructuras organizacionales Bioinspiradas, EDE (Gaia Education), Economía Circular, Economía Colaborativa y Los Patrones que Conectan (integración metodológica).
- Voz introducción: Eva Guillamón. Actriz, docente, intelectual, fotógrafa, cantante y escritora. En su ecosistema se imponen la música y la poesía, sea como se llame la profesión que se apoya por igual en el canto y la palabra. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web.
- Música: Francisco J. Hernández. Biólogo y artista plástico con una reconocida carrera en el campo de la Ilustración científica y de naturaleza. Músico de corazón, indígena asombrado del siglo XXI y, sobre todo, un hermoso hombre árbol. Puedes conocerlo mejor en su Instagram y su web.