En la conversación de hoy tratamos una de las temáticas que nos conmueven y apasionan: el acompañamiento y la sanación a través del arte.
Durante años atravesando distintos campos artísticos en nuestra trayectoria, hemos observado la presencia de un enamoramiento con estos espacios creativos.
Y es que el arte, como expresión, tiene el potencial de conectar o permitirnos completar algunas cosas, que quizás desde nuestra identidad más conocida no podemos.
Pero, realmente…
👉 ¿Desde dónde el arte hace bien y sana?
👉 ¿Desde qué lugar es terapéutico?
👉 ¿Qué sucede cuando lo sacamos de lo individual y traemos la comunidad al arte?
Te contamos nuestra perspectiva en este episodio acerca del rol del arte en el acompañamiento terapéutico.
Y, dicho sea de paso, te invitamos a que nos hagas llegar en los comentarios tus sensaciones al escucharlo, así como si te gustaría que continuáramos este diálogo en siguientes programas.
El poder sanador del arte
El arte siempre sana. E incluso, a veces, puede enfermar.
A lo largo de nuestra experiencia hemos pasado por muchos espacios teatrales, de danza, de arte plástico, de pintura, de lectura y escritura… donde había unos ambientes bastante tóxicos.
Y es que cabe señalar que la herramienta no es el arte en sí, sino lo que hagamos en esos entornos.
Es como un bisturí.
Puede sanar o puede asesinar dependiendo cómo se use.
Y precisamente el arte es una herramienta que tiene ese potencial, pero que depende muchísimo de las manos que la utilicen.
El teatro como disciplina artística de sanación
Podemos convenir que en muchos espacios artísticos que hemos conocido son espacios donde los egos se disparan a unos niveles muy fuertes. Y a veces se dan relaciones así un poco medio extrañas de poder.
Justo porque es una herramienta tan poderosa, también puede ser utilizada muchas veces para manipular heridas.
Por ejemplo, en el teatro, el elemento artístico es el cuerpo.
Las memorias y las emociones de la persona que se está colocando en el escenario o de las personas que están contando su historia para que se haga una obra en el caso de que sea con historias reales.
Entonces, es un material muy delicado porque está hecho de lo mismo que se compone la identidad.
Justo por eso puede permitir sanar.
Porque sanar, como nosotros lo entendemos, no tiene que ver con reparar algo que está roto, sino con completar una experiencia que no se pudo completar en un determinado momento y generó un sistema distorsionado.
La fragmentación en la expresión artística y su intención de conexión en lo terapéutico
El arte, en su esencia y en su expresión más primal, era un arte con una intención de sanación y de abrir portales.
Lo que ocurre es que la modernidad empezó a quebrar, como hizo con separar el arte del ritual.
Pero cuando surge, el ritual y el arte estaban muy cerca.
Y el ritual era un sistema de sanación.
No había una diferencia tan grande entre quienes hacían arte y quienes hacían algo que tuviese que ver con la sanación o con la espiritualidad (que también eran dos territorios que estaban juntos y ahora están apropiadamente descuartizados).
Es una tendencia cultural de la fragmentación de la modernidad que nos ha tocado vivir.
El concepto de “lo terapéutico” como lo que nos hace bien
Lo terapéutico es aquello que nos equilibra, en un sentido etimológico amplio y profundo.
Lo que nos conecta con algo que de alguna manera abre algo en nosotros más genuino.
Y algo que nos gusta de todas las disciplinas artísticas relacionadas con la sanación es que el arte baja el ego y sale de este sitio idealizado y colocado en este lugar con foco y con rango social.
Para acercarse más al corazón de las personas, a lo sensible, lo poético, lo mágico, lo espiritual y lo emocional que nos teje por dentro.
Es profundamente creativo.
Y lo creativo y la belleza son profundamente terapéuticos. No están separados.
Entonces aparecen palabras como:
Conexión.
Lo sagrado.
Magia…
Todos estos ingredientes se van dando en esta cocina, a la hora de cocinar el arte desde dónde lo cocinamos para que nos haga bien.
Transdisciplinariedad: la mirada holística del arte
Algo muy interesante de las artes, del lenguaje poético, del lenguaje artístico, es que es el lenguaje del alma.
O el lenguaje del inconsciente, como dirían los viejos y viejas psicoanalistas.
Es decir, ese es el código a través del cual podemos realmente ponernos en contacto. Poner en el mundo, enterarnos y escuchar de nuestro mundo interno.
Escuchar cosas que están ahí, que son preverbales, para las que no tenemos a veces palabras y necesitamos canales.
Un vehículo.
Medios que nos ayuden a poner en el mundo, como decía Winnicott, lo que está en el mundo de lo informe.
Y es que el arte da forma.
Es esa magia que nos permite dar forma en el mundo que compartimos, a aquello que es informe en nuestro mundo interno.
Arteterapia: el diálogo con el alma del arte
Para quienes acompañamos personas en terrenos de dolor, de creación, a veces hay procesos vitales que lo que están pidiendo es como el gusano dentro del capullo: una transformación.
Poder pasar a otro nivel.
Y muchas veces nos encontramos estos con relaciones.
Para quienes acompañamos a través del arte, es muy interesante este lugar fronterizo.
Es como tener un pie de verdad en el arte o en las artes. Es decir, que el alma fuera artista en un sentido, pero no tanto como para tener los dos pies.
Y que el otro pie lo pudiera tener en esto que llamamos lo terapéutico. Ser psicólogo, ser terapeuta, ser coach o ser facilitadora o como cada quien se quiera denominar.
Es como tener este amor por ver florecer a las personas.
Y este arrojo por estar en un espacio donde la compasión es necesaria, porque en ocasiones tocamos dolor humano.
O sea, es muy distinto cuando:
- somos solo artistas, pero no tenemos ningún pie en lo terapéutico;
- o cuando somos terapeutas, pero utilizamos herramientas artísticas, aunque realmente sin ningún pie en lo artístico.
En el segundo caso, no hemos dialogado con el alma del arte.
La usamos, pero no existe relación, amor, pasión… No nos hemos quedado sin dormir para tratar de resolver un tema estético, sino que usamos una herramienta en un momento concreto.
Y no es que eso esté mal, está genial.
Pero es como cuando cortamos una flor. Es lindo, está bien, genera algo que nos puede dar muchísimo. Pero, de repente, hay algo que no está vivo.
Cuando agarramos algo y lo utilizamos sin que eso esté, sin que eso tenga raíz en nosotros mismos.
Y, por supuesto, una cosa es utilizar herramientas artísticas (y nótese el uso del verbo “utilizar») y otra cosa es realmente amar el arte, vivirlo y traerlo como un coterapeuta a la sesión.
El rol de tercero del arte: diálogo mágico entre la creadora o creador, su cliente y su obra
Hay una cosa muy interesante en quienes pasan por el espacio de supervisión, que ofrecemos en la Escuela de Árbol Dúo, cuando descubrían esto que llamamos tercerizar.
O sea, cuando descubrían que se puede trabajar acompañando a alguien y de repente se siente como este coterapeuta literalmente.
Porque cuando el arte nos visita, hay como una presencia de un tercero.
Y entonces, como terapeutas, ya no jugamos ese espacio tan central. No estamos tomando todo el tiempo el centro.
Podemos ser a veces testigo de esa conversación entre la creadora, el creador, nuestro cliente y su obra.
Y, de repente, hay un tercero que viene a colaborar y que trae lo suyo. Que nos lleva en el proceso mucho más allá de lo que a veces podemos nosotros impulsarlo.
Recursos mencionados
- Grupo humorístico-musical Les Luthiers.
- Adra, municipio de la provincia de Almería.
- Cerro del Águila, barrio popular de la localidad de Sevilla.
- Poema “Los Nadies”, de Eduardo Galeano.
- Donald Woods Winnicott. Psiquiatra, pediatra y psicoanalista inglés.
- Libro “El Cuidado del Alma”, de Thomas Moore.
- Bert Hellinger. Teólogo y espiritualista alemán.
- Jay Douglas Haley. Fundador del modelo de terapia estratégica.
- Boris Cyrulnik. Neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés. Considerado como el padre de la resiliencia.
- Alberto Espina. Psiquiatra formado en Gestalt, Bioenergética, Psicomotricidad relacional, Movimiento Expresivo, Hipnosis Ericksoniana, entre otros.
- Supervisión a profesionales de la ayuda. Espacio de la Escuela de Árbol Dúo con encuentros semanales para supervisar casos concretos, con herramientas de arteterapia integrativa y con diversos enfoques de trabajo psicocorporal.