Episodio T3x13 – Y parecía fácil… El activismo delicado

“Aguántate. Porque el cambio es lo más importante, lo que estamos haciendo grande es más importante. Y cuando eso llegue, entonces tendremos tiempo para hablarte a ti.”

O incluso:

“No podemos hacer esto porque nos debilita”.

Si has participado en cualquier proceso de activismo social, político, ideológico o filosófico, seguramente hayas percibido y te hayas enfrentado a lo que te contamos en este episodio.

Y es que este es el riesgo del activismo que cualquiera que haya participado de un proceso puede reconocer.

Lo hemos identificado una y otra vez. Esos espacios en los que no se ponía a la persona en el centro.

Pero…

¿Y si, en ese antiguo concepto, en lugar de negarnos a que nos debilite, entramos de lleno en esa delicadeza, porque ahí es donde está nuestra fortaleza?

Te contamos nuestra perspectiva en el episodio de hoy, en el que hablamos sobre las diferentes formas del activismo delicado en relación con el activismo mecanicista y más conservador.

Además, respondemos a la pregunta de una de nuestras oyentes sobre las claves para un espacio grupal seguro.

Extracto de la conversación

La ley de necesidad férrea

Así le ponía nombre Rudolf Steiner.

Lo que observaba es que los activistas, en su esfuerzo por hacer el bien, si no hacían un trabajo intencional para mantenerse presentes y conscientes de todo lo que se estaba moviendo dentro de ellos, lo que terminaban haciendo era reforzar los patrones y los comportamientos que querían cambiar.

Al combatir esto desde este lugar lo estamos nutriendo.

Como un lugar muy extraño que, de hecho, se llama el punto de inflexión.

Como hay que estar muy presentes para reconocer cuando esa curva que iba hacia un lugar y, de pronto, hay un punto en el que empezamos a hacer lo contrario de por lo que entramos aquí.

Y justamente este estar despierto dentro de la acción es la base del activismo delicado.

Las 3 cosas que nos hacen difícil mantenernos despiertos cuando estamos en un entorno activista

1. El activismo tiene bastantes dificultades para crear tiempo y espacio para reflexionar sobre la propia práctica

O sea, todo va tan rápido, hay tanto que hacer, todo está en contra. Y se desprecia muchas veces lo que no es acción.

Justo la palabra lo dice.

Como siempre, como está el mundo, ahora nos vamos a parar aquí a pensar.
A ver si lo estamos haciendo bien o no.
Peor lo hacen los demás.

Además de que el trabajo es agotador, interminable y, sobre todo, urgente. Y esta es una de las cosas: esta sensación de que es urgente, todo se va al carajo y hay que cambiarlo todo ya.

Entonces, en ese contexto es muy difícil creer que la reflexión no es una pérdida de tiempo.

2. Los activistas somos personas muy convencidas

Somos como muy vehementes. Tenemos un propósito, una visión muy firme, somos apasionados.

Convencidas y difíciles de convencer.

Exactamente. Y este exceso de pasión o de convencimiento muchas veces lo que genera es que estrecha nuestra visión.

De pronto la visión se va haciendo cada vez más pequeña y solo vemos lo que vemos.

Entonces, nos fijamos tanto en lo que hay que cambiar, que no nos damos cuenta de que las cosas están cambiando alrededor todo el tiempo y de que aquello que vimos en un primer diagnóstico, probablemente dos semanas después, ya no es lo mismo.

Entre otras cosas, por lo que estamos haciendo también.

Como se diría en Transurfing, se le pone un exceso de importancia a ese cambio. Y eso hace que nos fijemos.

Y que justamente por fijarnos en lo que hay que cambiar, de pronto nos volvemos estáticos paradójicamente.

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(La tercera te la contamos en el episodio 😉

El activismo conservador, mecanicista y reduccionista

Cuando ignoramos la necesaria reflexión, nos rigidizamos porque nuestra causa es la recta y es la justa, y cuando nos convertimos en mecanicistas, nos volvemos conservadores.

Porque disminuimos en lugar de hacer crecer lo que significa ser humano.

Y esto es lo que planteaba Steiner.

Y reducimos la complejidad del ser humano a cuatro o cinco cosas que si las tocas de determinada manera van a funcionar. Pero, cuando hacemos esto, lo primero que vamos a perder es, por ejemplo, la inmediatez, la presencia. La intimidad, el amor, la poesía, el arte, todo lo delicado que nos hace ser seres humanos.

Que es lo que merece la pena, el cambio o cualquier cambio.

Ciao creatividad

Nos embrutecemos y perdemos de vista la complejidad de la relación entre orden y caos.

Y, sobre todo, perdemos la creatividad.

Entonces convertimos los resultados en más importantes que la relación y que el proceso que va a generar esos resultados.

Un activismo respetuoso con los procesos

El pedido esencial es el mismo: actuar.

Actuar donde muchos otros no actúan.

Pero lo que trae al centro es la importancia de mantenernos cuestionando la acción mientras accionamos.

Sin embargo, si nos estamos cuestionando mientras accionamos, entonces ya no tenemos certezas, sino dudas todo el tiempo.

El activismo delicado

“No podemos hacer esto porque esto nos debilita”.

Es como decir el activismo débil. En ese antiguo concepto sería en lugar de negarme a que me debilite, voy a entrar de lleno en esa delicadeza, en eso que supuestamente me debilita, porque ahí es donde está mi fortaleza.

Ahí es donde puedo encontrar una flexibilidad y una plasticidad que me permita estar cambiando con lo que cambia.

Y, sobre todo, lo que propone el activismo delicado es convertir la acción. No en esta idea arrasadora que tenemos, sino convertir la acción en una receptividad activa.

Es decir, en una mezcla de los principios de la energía femenina y los principios de la energía masculina.

O sea, en un equilibrio.

Y claro, esto nos va a pedir que nos abramos radicalmente, a ser cambiados por lo que pasa. En lugar de insistir machaconamente en que quien tiene que cambiar es el otro, o la situación o el mundo, para que yo esté más tranquilo y cómodo dentro de este mundo con mi idea.

Entonces, claro, cuando colocamos esto, llegamos a la conclusión de que la verdadera intervención que abre la posibilidad del cambio empieza por conversar.

Empieza por abrir un espacio en donde yo me encuentro con el otro, me encuentro con la subjetividad de la persona que está enfrente.

Me encuentro con la humanidad compartida.

Me encuentro con la posibilidad de que la sensibilidad de la otra persona y su historia toque mi sensibilidad y toque mi historia.

Y entonces, en esa conversación sensible, me puedo abrir a ver la situación de otra manera. Me puedo abrir a aprender del otro.

Y claro, si hago esto, la situación cambia. Justo por lo que hablamos de lo relacional.

O sea, si yo abro mi «yo» a que se relacione con el «yo» de una persona que piensa diferente, mi «yo» va a cambiar y el «yo» de la persona que está enfrente también, justo por la relación.

Entonces, el activismo delicado tiene esta magia.

Esa es la magia ordinaria de generar relaciones. Es un activismo que toma muy en serio a expandir este horizonte de sensibilidad. Entender que la transformación que sucede cuando entendemos otro punto de vista nos cambia irremediablemente.

Es como que entra dentro de nosotros una duda de esa certeza que teníamos, que empieza a carcomer las estructuras que estaban asentadas en esa certeza y empieza a modificar todo nuestro sistema interno de pensamiento.

Cuando somos activistas delicados, reconocemos que no nos podemos limitar a actuar en el mundo porque en realidad somos el mundo. Somos parte, no somos esa cosa objetiva fuera del mundo. Vivimos dentro del mundo que estamos tratando de cambiar.

Y para terminar este alegato en favor del activismo delicado, una frase de Jung:

“Y si descubro que yo mismo soy el enemigo que debe ser amado, entonces qué?”

P.D. RECORDATORIO: esto es tan solo un pequeño extracto de nuestra charla. Puedes escuchar el episodio al completo en la parte superior de esta misma página o en cualquiera de estas plataformas de pódcast: Spotify, iVoox, Apple Podcasts o YouTube.

Recursos mencionados

  • Voz introducción: Eva Guillamón. Actriz, docente, intelectual, fotógrafa, cantante y escritora. En su ecosistema se imponen la música y la poesía, sea como se llame la profesión que se apoya por igual en el canto y la palabra. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web.
  • Música: Francisco J. Hernández. Biólogo y artista plástico con una reconocida carrera en el campo de la Ilustración científica y de naturaleza. Músico de corazón, indígena asombrado del siglo XXI y, sobre todo, un hermoso hombre árbol. Puedes conocerlo mejor en su Instagram y su web.

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