Seguimos la serie de programas especiales de formato más cortito. Y esta semana hemos escogido una temática que nos pareció muy interesante de entre las propuestas que recibimos al WhatsApp de Árbol Dúo.
A raíz de un pedido de una de nuestras oyentes, venimos a contarte nuestra perspectiva sobre la complejidad de mantener la inocencia.
Un pequeño spoiler: no, no es tarea fácil.
Incluso un entrenamiento magistral, podríamos decir. Pues a veces la ingenuidad se mantiene y cuesta deshacerse de ella.
Pero, ¿significa esto que pueda ser una realidad compleja y complicada a la vez? ¿El hecho de “mantener” conlleva una apertura al esfuerzo? ¿Qué diferencia existe entre la inocencia y la ingenuidad?
Justo sobre estos matices y otros puntos relacionados con estas cualidades charlamos en el episodio, entre cuyos aspectos recorremos:
- Por qué la inocencia consciente no tiene que ver con negar.
- El significado de la cualidad de inocencia en un adulto “responsable”. (En el episodio entenderás el porqué de este entrecomillado)
- Qué relación tienen el cinismo, la inocencia y la creatividad con las claves para sostener la energía.
P.D.: al final del capítulo te compartimos una propuesta para que puedas comenzar a practicar esa mirada inocente y, a su vez, creativa.
Extracto de la conversación
La mirada inocente: un trabajo de conciencia
Una cosa es conservar un corazón inocente, que en un punto tiene que ver con esta libertad de prejuicios, con el hecho de poder mantener una curiosidad.
Como dirían en el Zen: una mente de principiante.
Es algo que también los maestros budistas entrenan mucho. Esta cuestión de mantener esa mirada de niño o de niña, pero desde el adulto.
No se trata de seguir siendo un niño, sino de recuperar esa cualidad de inocencia desde atravesando las experiencias del adulto y la adulta. Desde el lugar empoderado, sólido y con capacidad de respuesta del adulto.
Y con la conciencia.
Porque, cuando somos niños, esa inocencia existe porque realmente hay una página en blanco. Porque estamos llenando nuestras percepciones.
Pero, cuando somos adultos, tenemos que decidir mantener la inocencia.
Basta con leer el libro Los cuatro acuerdos. Este trabajo de no suponer, de no establecer prejuicios. Y claro, ahí es donde es complicado.
Cuando tiene que ver con ser como una página en blanco es como la característica principal. Pero cuando es respecto a tener que hacerlo conscientemente, ahí es donde se vuelve complicado.
El esfuerzo consciente para sostener desde la curiosidad y la mirada inocente
Mantener la inocencia no implica atender a la voz dura del cinismo, que nos vacía por dentro y nos dice:
“Ah, bueno, yo esto ya me lo sé”.
“Yo sé cómo son las cosas”.
“El mundo es de esta manera”.
No.
No tiene nada que ver con negar la realidad ni las partes duras de las personas que tengamos enfrente ni las partes que nos puedan hacer daño (o que incluso nos hacen daño).
Si no con atravesar esas experiencias como los adultos y adultas que somos.
Entonces, hacer el trabajo de mantener esa inocencia es hacer el trabajo de limpieza interna.
Es cómo nos limpiamos por dentro para defender nuestro corazón del cinismo y poder acercarnos a la siguiente situación con la sabiduría del aprendizaje de la situación anterior.
Proteger al corazón del cinismo es caminar ligero
Elegir de forma consciente estar en la vida desde esa mente de principiante, con todo lo que ya sabemos.
Limpiar juicios y prejuicios.
Y estar haciendo un entrenamiento continuo de volver a una curiosidad y a una inocencia en el corazón…
Todo esto es lo que nos permite sostener la energía.
Tiene que ver con no desgastar nuestra energía en llenar una bolsa de prejuicios y tener que caminar con todo ese peso.
Si no en poder ir con la mirada abierta y estar viendo lo que nos rodea y a la persona que llega, en lugar de llegar con esa enorme mochila pesada llena de juicios de todo lo que nos pasó anteriormente.
Una mente cínica no es una mente creativa
Uno de los trabajos principales en la creatividad es recuperar esa mirada de niño, esa mirada de niña.
Pero no desde el sitio desde el que lo podríamos ver como adultos.
No.
Si no desde el lugar de poder jugar con un lápiz y convertirlo en quinientos millones de cosas distintas, porque no creemos tanto que sea un lápiz solamente, aunque sabemos que lo es.
Es esta inteligencia de la mirada de niño o de niña de:
“Claro que sé que es un lápiz, pero mientras estoy jugando y estoy imaginando es lo que yo quiero que sea”.
Y es que en realidad, cuando nos acercamos a algo por el condicionamiento social, ponemos el concepto en nuestra cabeza. Y como el cerebro ya lo entendió, ya está.
Este es el primer paso del entrenamiento en creatividad: observar los detalles y dejar que los detalles llamen nuestra atención, aunque parezca muy simple.
En definitiva, una mente inocente entrenada para ser inocente en cada momento perceptivo, entonces puede ser una mente creativa.
P.D. RECORDATORIO: esto es tan solo un pequeño extracto de nuestra charla. Y esta vez venimos con sorpresa, pues al final del episodio te compartimos una práctica para que puedas entrenar esa mirada inocente y creativa.
Puedes escucharla al completo en la parte superior de esta misma página o en cualquiera de estas plataformas de pódcast: Spotify, iVoox, Apple Podcast o YouTube.
Recursos mencionados
- Libro Los cuatro acuerdos: Un libro de sabiduría tolteca, de Miguel Ángel Ruiz Macías.
- María Adela Palcos. Fundadora del Sistema Río Abierto. Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Autora del libro Del cuerpo hacia la Luz, el Sistema Río Abierto.
- Alberto Espina. Psiquiatra formado en Gestalt, Bioenergética, Psicomotricidad relacional, Movimiento Expresivo, Hipnosis Ericksoniana, entre otros.
- Libro El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.
- Libro Momo, de Michael Ende.
- Voz introducción: Eva Guillamón. Actriz, docente, intelectual, fotógrafa, cantante y escritora. En su ecosistema se imponen la música y la poesía, sea como se llame la profesión que se apoya por igual en el canto y la palabra. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web.
- Música: Francisco J. Hernández. Biólogo y artista plástico con una reconocida carrera en el campo de la Ilustración científica y de naturaleza. Músico de corazón, indígena asombrado del siglo XXI y, sobre todo, un hermoso hombre árbol. Puedes conocerlo mejor en su Instagram y su web.