Una cosa es el perdón y otra cosa es la reconciliación.
Frank Ostaseski
Cuántas veces hemos escuchado esta cosa de:
“Bueno, pero, ¿nos hemos perdonado? Si nos perdonamos, ¿en qué seguimos? ¿En el rencor?”
El cacao de “hay que perdonar”.
Pero, realmente, ¿qué entendemos por el perdón? ¿Y en relación con la reconciliación? ¿Es lo mismo?
Lo desgranamos en el episodio, hablando de:
- Por qué la reconciliación no implica una conciencia individual.
- El enfoque sistémico de la reconciliación y la humanidad compartida.
- Cómo pasar de una ciclicidad agotadora a una ciclicidad regenerativa dentro de una reconciliación.
- Cómo hacemos en la relación para movernos de lugar de eso que dolió.
- La importancia de recoger y reunir esas piezas rotas y fragmentadas para lograr una reconciliación profunda.
Extracto de la conversación
“Para el perdón se necesita una persona. Para la reconciliación se necesitan dos”
Frase brillante del maestro budista Frank Ostaseski.
El perdón como esta capacidad interna en donde yo descargo un dolor que me está pesando a mí es como soltar el hilo relacional.
O sea, yo perdono a la otra persona, porque yo no quiero cargar ese dolor y ese sufrimiento en mí. No quiero cargar el peso del odio o el peso del rencor. Y estar atrapado en esa narrativa de “hay un enemigo que me hizo tal y yo fui la víctima de esto.
Y al final es como decir cuando yo te perdono, yo suelto este hilo que me ataba. Porque si lo vemos a nivel energético, bueno, nos puede atar el amor o nos puede atar el odio, pero el hilo sigue estando ahí.
Entonces, en el momento que yo te perdono y hago ese trabajo interno, suelto ese hilo y suelto el rencor y dejo mi corazón abierto, realmente libre para otra cosa.
Ahora, eso es una cuestión y otra cosa es que yo vaya a seguir la relación con esa persona
Puedo hacer este trabajo de perdonar desde mi propio corazón e incluso accionar desde ahí con alguien con quien no voy a seguir la relación.
Pero si vamos a reconciliarnos hacen falta dos.
Entonces hay un trabajo compartido que hay que hacer.
Se salta por completo todo lo que venimos hablando del enfoque sistémico, de que intersomos, de que somos en relación
Es decir, yo me arrobo a una omnipotencia de que yo solo puedo arreglar las cosas como si yo no fuera alguien que es interdependiente al otro.
Y que obviamente la actitud si yo perdono y eso hace automáticamente que estemos reconciliados y me salto las cosas que la otra persona sé que todavía me pueden seguir doliendo, soy como un ente alejado de la relación.
No está influyendo nada.
La validez del otro es cero. El otro no está aportando nada en la ecuación, claro, ni para bien ni para mal, o sea, es como superioridad moral.
La reconciliación implica a la otra persona
Implica hablar de la relación, de cómo reparamos lo que hemos roto.
Es decir, hablar de la responsabilidad sobre nuestras acciones.
Porque muchas veces, en especial con el ejemplo de la indulgencia papal o de la confesión, es como si la confesión se convierte realmente en poner mi corazón en la superficie, solo eso muchas veces ya produce una transformación.
¿Cómo se estructura una reconciliación que de verdad repare lo que se rompió?
La primera cosa tiene que ver con que la reconciliación necesita una decisión.
Obviamente el perdón también, yo tengo que decidir perdonar, pero es solo mi decisión.
Pero si vamos a reconciliarnos, tiene que haber una decisión por ambas partes.
¿Cuál es esa decisión?
Pues que nos abrimos a la posibilidad de que esta relación madure. Porque de la forma en la que se complete, madure en este sentido, integre partes que obviamente no estaban integradas porque nos han hecho herirnos y estaban en el inconsciente porque eran parte de nuestra sombra personal relacional.
Entonces…
El hecho de decidir reconciliarnos implica la decisión de madurar una parte de mí y que la otra persona madure una parte de sí. Y que la relación que construimos también madure
Y esto cuesta.
Esto ya marca una diferencia con lo de:
“Ah, bueno, ya nos hemos perdonado. Ya está. Borrón y cuenta nueva”.
Esto es la peonada. Esto implica un poquito de sudor.
Y sobre todo implica este lugar de hacernos responsables de las consecuencias de lo que hemos hecho y entender que el hecho de que nos abramos a una nueva oportunidad no es “me abro una nueva oportunidad como si todo empezara desde cero”.
No.
Si no “me abro una nueva oportunidad de crecer desde el punto en el que lo dejamos cuando discutimos”.
Y esto hace toda la diferencia.
Porque hay un lugar en el que necesitamos entender qué pasó y entender cuál fue el impacto que quedó en cada una de las personas de lo que pasó.
Y esta es una parte esencial de la reconciliación.
O sea, si lo que pretendemos es borrar las cosas y seguir como si nada hubiese pasado no vamos a madurar, porque no estamos aprendiendo nada de la situación, estamos negando la situación o evitando mirar a donde tenemos que mirar.
Y tanto negar como evitar, ya sabemos que son dos mecanismos de protección. Mecanismos de defensa que nos alejan de la conciencia de lo que está ocurriendo.
P.D. RECORDATORIO: esto es tan solo un pequeño extracto de nuestra charla. Puedes escuchar el episodio al completo en la parte superior de esta misma página o en cualquiera de estas plataformas de pódcast: Spotify, iVoox, Apple Podcasts o YouTube.
Recursos mencionados
- Voz introducción: Eva Guillamón. Actriz, docente, intelectual, fotógrafa, cantante y escritora. En su ecosistema se imponen la música y la poesía, sea como se llame la profesión que se apoya por igual en el canto y la palabra. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web.
- Música: Francisco J. Hernández. Biólogo y artista plástico con una reconocida carrera en el campo de la Ilustración científica y de naturaleza. Músico de corazón, indígena asombrado del siglo XXI y, sobre todo, un hermoso hombre árbol. Puedes conocerlo mejor en su Instagram y su web.