En el octavo episodio de esta segunda temporada nos hace infinita ilusión compartir espacio de entrevista con nuestra invitada de hoy, un gran referente de aprendizaje: Eugenia Torresi.
Eugenia es coach y terapeuta de mujeres lesbianas y bisexuales. Y nos acompaña en este episodio para hablarnos de:
- Lo que significa salir del armario en la actualidad y la divergencia contextual de hace unos años.
- Qué supone el acompañamiento a otras mujeres lesbianas o bisexuales en el presente.
- La discordancia en el significado de algunas expresiones comunes usadas bajo la heteronormatividad.
Eugenia Torresi es fuente de inspiración y enriquecimiento. Así pues, aunque te dejamos aquí abajo algunos fragmentos extraídos de la charla, te recomendamos encarecidamente que la escuches al completo.
Extracto de la conversación con Eugenia Torresi
¿Parecía fácil salir del armario?
Desde fuera parece fácil.
Pero creo que depende de dos factores clave:
- La edad con la que te pille el entorno.
- Y la ola del tsunami, como yo la llamo.
El cambio en los contextos sociales de los últimos tiempos
Hablando con gente del colectivo activista, metida incluso en organizaciones que organizan las manifestaciones tipo del orgullo de Madrid, siempre estamos con el discurso de “siempre se puede hacer más”.
Hay mucho por hacer. Mucho, por supuesto.
Pero si alguien me pregunta si ha cambiado la cosa, en realidad, yo diría que abismalmente. Al menos en mi experiencia de vida.
Yo en particular me di cuenta de que me gustaban las chicas hace 14 años. Tenía 15 años en ese momento. Y para mí, en estos 15 años de edad, en ese ambiente sevillano, cerrado, medio cortijero (también por eso hablo del entorno), eso era impensable.
Absolutamente impensable.
No conocía a nadie que le fuesen las chicas o incluso que le fuesen los chicos siendo chico.
Yo no había tenido esos referentes en la vida.
Y aún sabiendo y reconociéndome yo misma, de repente, con “me gusta una chica”, para mí era una realidad que no tenía.
Tenía una pieza de un puzzle, pero no encontraba el hueco para ponerla en ningún caso en ese ambiente.
Por eso creo que en estos diez últimos años ha habido una evolución increíble.
Y que, ahora, esto que se dice como un poco en broma “está de moda”… Pues, a ver, no es que esté moda como tal, pero en realidad, sí.
Porque ahora dices que eres lesbiana y eres ‘guay’. No en todos los ambientes, pero en muchos sí. Y yo le digo a la gente a lo que me dedico y le brillan los ojos, aunque sean heteros: “¡Qué ‘guay’! ¿Y qué haces?”
Imaginaos eso hace diez años.
Entonces sí que han cambiado mucho los tiempos.
También el entorno hace mucho.
Seguramente siguen habiendo esos entornos herméticos en los que ni ahora.
Pero, así como en generalidad, lo que está mal visto es que haya un rechazo y antes lo normal era un pequeño rechazo.
Un “vale, sí, qué ‘guay’, pero te presento como mi amiga lesbiana”.
O me dices que eres lesbiana y te digo: “ay, pues yo tengo una amiga lesbiana, qué ‘guay’.”
Porque como solo hay dos, siempre hay un roto para un descosido.
Esto sigue habiendo, pero ya cada vez menos. Lo más «normal» es que cada vez esté más normalizado.
¿Qué ocurre en cuanto al cine, las imágenes y las referencias que vemos a menudo?
Para alguien que es heteronormativo, incluso aunque las referencias sean nefastas, hay referencias (como, por ejemplo, en relación con la sexualidad y el porno, y que igual la referencia es esa de que es una sexualidad ‘guay’).
Tal cual.
Recuerdo que, al poco tiempo de que realmente no podía ignorar que me gustaban las chicas, encontré dos referentes que fueron Maca y Esther, de la serie española de televisión Hospital Central.
Y, además, con valores ‘guays’.
Porque es que no era como las típicas películas que normalmente había que ver siempre con subtítulos.
Ojo… Estamos hablando de hace diez años, cuando solo tenía al alcance las típicas películas que normalmente había que ver siempre en inglés y con subtítulos.
Y siempre la típica historia de ‘chica conoce chica’, una ya era lesbiana, la otra se ha descubierto como lesbiana y el dramón de que la familia la repudia.
Es decir, el poco contacto que tenía con el 90 % de las películas era eso: lo mejor de la vida, porque te enamorabas y siempre una historia superbonita, en cuanto a sensaciones.
Pero luego era lo peor, porque rompía tu vida y la partía en la mitad en todos los sentidos, porque te sacaba de la tribu completamente.
Entonces, sí había referentes, pero poquísimos.
Y, de los que había, no querías ser como ellos, porque no querías que te pasase lo mismo.
La narrativa desde lo heteronormativo: en la expresión “salir del armario”, ¿quién está contando que alguien “sale del armario” realmente?
Esto es muy representativo, porque cuando “estás en el armario” estás en una cueva.
100% en una cueva.
La sensación es de estar escondida.
Lo que yo sentía al ver estas películas es que parecía que estaba haciendo algo prohibidísimo y malísimo.
Por eso insisto tanto en lo de la edad.
No es lo mismo:
- que te pille con veintisiete años, en un ambiente ‘modernito’, en el que aunque nunca te lo hayas planteado, no ha sido ningún problema;
- que con quince años, en un entorno donde, aunque tengas referentes online, sientes que si se mete tu hermana en el cuarto tienes que quitar lo que tenías a la vista en el ordenador.
Entonces, se nos despierta el deseo, pero siempre al lado de lo prohibido.
Es como un triple trabajo a la hora de poder conectarnos con ese deseo de forma pura. Porque, para nosotras, asociamos el deseo a lo prohibido desde que sentimos deseo la primera vez, deseo de verdad.
El amor al obstáculo más que al amor en sí mismo
Porque si tu concepción del deseo es llegar a un imposible, a algo prohibido, tus formas de relacionarte con el deseo y con el amor es esa, entonces continuamente vas recreando.
En busca de la relación imposible.
Por eso yo me dedico a acompañar a gente para dejar de atraer gente no disponible, más que para aceptarse como lesbiana.
Creo que quien no ha limpiado del todo ese “salir del armario” primero, se dedica a recrear eso continuamente en sus historias de amor.
Hasta que llega un momento en el que se da cuenta de que no, de que hay algo ahí.
Y de que la prohibición y el deseo son cosas diferentes.
Cuando consigues separarlo es cuando empiezas a poder vivir en el amor y el deseo plenamente de verdad, desde el sí.
Acompañar a una mujer lesbiana o bisexual que pueda empezar a aprender a amar fuera de los condicionantes sociales que le han modelado o le han moldeado de una manera muy potente
Y, sobre todo, es como quien se cría en una familia disfuncional y aprende que amor y daño van juntos.
Claro, luego busca a personas o se enamora de personas que le hacen daño, aunque sean hasta buenas personas.
Crea situaciones en su vida sentimental donde hay daño porque se ha hecho por medio del amor.
Pues si para ti el deseo es prohibido, unes esos dos factores y te vas a buscar a gente prohibida, que hay una negación.
Hay un no permiso para vivir ese deseo.
Y si ya hay un permiso porque tus padres te han aceptado, o te has emancipado, o a tus amigos les parece bien que seas lesbiana, o lo que sea…
¿Cómo sigues recreando esa prohibición?
Pues enamorándote de gente prohibida. Sea un profesor tuyo, o una terapeuta tuya, o alguien que tú sepas que no está a tu alcance.
¿Por qué?
Porque cuando entiendes que amor y daño son cosas diferentes, y consigues separarlos y entender tu historia, es cuando empiezas a poder vivir el amor sin daño.
La importancia del sentimiento de “la norma”
No sabemos cuánto lo necesitamos hasta que nos damos estos espacios.
Sucede que cuando tú pones tu voz en el mundo, la gente se te acerca a la que tiene una voz similar.
Por ejemplo, yo continuamente en mis vídeos estoy emitiendo quién soy. Y, al final, la tribu que tengo ahora viene de ese acto de valentía de decir quién soy en todos los niveles.
Entonces, si nuestro gran anhelo es encontrar una tribu, creo que es algo que tenemos que atender. Necesitamos aprender de esta parte nuestra de la necesidad de ser la norma. Es superimportante.
Cuando la norma no es plural ni diversa nos daña
Ya no es una cuestión solamente de promover o apoyar el colectivo gay o el colectivo que sea, que por supuesto hay que hacerlo y hay mucha necesidad de hacerlo.
Si no que también cuando la norma está dando la espalda a la diversidad, la norma nos va a cortar pedazos a todos y a todas.
Evidentemente no por igual. Para quien es más diferente le va a cortar y le va a caer con mucha más fuerza.
Pero no es una norma sana para quien incluso se pueda reconocer más normativo, o más dentro de la norma.
Una norma mutiladora, en realidad.
No tiene nada que ver la experiencia de quien está dentro, que de quien es la voz disidente.
Entonces, en sí misma, es una narrativa fragmentada y mutiladora, pero hay quienes la sufren en sus carnes de una manera durísima y quienes pueden ni siquiera enterarse lo fragmentadora que es.
P.D. RECORDATORIO: esto es tan solo un pequeño extracto de nuestra charla con Eugenia Torresi. Puedes escucharla al completo en la parte superior de esta misma página o en cualquiera de estas plataformas de pódcast: Spotify, iVoox, Apple Podcast o YouTube.
Recursos mencionados
- Eugenia Torresi. Coach y terapeuta transpersonal. Acompaña a mujeres (lesbianas o no) a recorrer este camino de aunar pasión y poder personal cuando se enamoren para sentirse vivas y fortalecidas en sus relaciones. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web o aquí.
- Voz introducción: Eva Guillamón. Actriz, docente, intelectual, fotógrafa, cantante y escritora. En su ecosistema se imponen la música y la poesía, sea como se llame la profesión que se apoya por igual en el canto y la palabra. Puedes conocerla mejor en su Instagram y su web.
- Música: Francisco J. Hernández. Biólogo y artista plástico con una reconocida carrera en el campo de la Ilustración científica y de naturaleza. Músico de corazón, indígena asombrado del siglo XXI y, sobre todo, un hermoso hombre árbol. Puedes conocerlo mejor en su Instagram y su web.